Videntes
Casandra
Un ángel que no vuela
Tengo tanto miedo y tanta esperanza como Casandra. Qué se supone que haga con nuestra propia suerte de condenadas. Tal vez de algo sí sirvan mis palabras. Desde el subsuelo de mi angustia, rezo como mi madre me enseñó y miro al cielo en busca de la estrella que nos robaron.
Si un ángel diera un paso del tamaño de un cucarrón, sabría cómo se sienten sobre las manos los insectos y lloraría de amor, sin saber que está amando. Odiaría las palabras que le hemos dado eternamente mirando sin decir que siente cosas que preferiría no vivir, porque un cucarrón que camina sobre la piel es mucho más bello que un hombre que espera, siente y piensa palabras: Un hombre. Alas. Sin volar.